SACANDO ANIMO DE FLAQUEZA
Cuando uno es mayor, vive en la Atapuerca de la sanidad española, y mira a su alrededor no es fácil mantener una actitud positiva y transmitir ilusión a las nuevas generaciones de enfermeras.
Sin duda compartimos una profesión que es maravillosa por si misma, promover la salud y prevenir la enfermedad, CUIDAR en todo lo amplio de su concepto. Hemos visto como las enfermeras llegan a la excelencia, científicamente a lo más alto de su formación y capacitación, el aspecto humano siempre se le sobreentendió, aunque cuando nos integramos en modelos de salud para cuyos directivos la CALIDAD y la HUMANIZACIÓN no les importa en absoluto, salvo a la hora de hacer discursos, por desgracia, las enfermeras, como el resto de profesionales nos dejamos arrastrar al funcionamiento mecanizado, descuidado y rutinario, lo que se convierte en un PELIGRO para la SEGURIDAD DEL PACIENTE que atendemos.
Desde el final de la pandemia del covid19 todos sabemos que es preciso una reforma integral de la ATENCION PRIMARIA en nuestro país, en la cual las enfermeras tendrían mucho que decir, porque en su mano podría estar el liderazgo de dicha reforma, pero, ¿Quién pone el cascabel al gato? Es mucho más cómodo no adquirir responsabilidades, entrar a las ocho y salir a las tres y adiós muy buenas. Las enfermeras están cansadas, incluso las recién incorporadas. Es más fácil dejarse llevar, que otros resuelvan, si han de resolver, cosa muy dudosa, aunque las consecuencias se traduzcan en la NO COBERTURA de las necesidades en materia de salud de la población.
De los hospitales, de provincias, mejor no hablar. Según parece de los cuatro mejores hospitales españoles tres son de Madrid, bien por ellos, pero ahí volvemos al drama de nuestro querido país, el derecho a la salud, el tratamiento y la resolución de los problemas de salud depende de donde vivas, por la gracia de los dieciocho modelos diferentes.
Y luego está el desarrollo de la profesión que nos une. A pesar de las buenas intenciones de la organización colegial y los particulares intereses del sindicato corporativo seguimos en el limbo jurídico a todos los niveles, retributivo y laboral.
Y si esto no fuese suficiente podemos revolcarnos en la anarquía universitaria, a pesar de sus órganos de control, capaz de retirar de un plan de estudios una asignatura fundamental basándose en odios malsanos y personales en lugar de criterios académicos y profesionales, como ha sucedido en Cantabria.
De la gestión enfermera prefiero no hablar, porque me duele doblemente por mi formación al respecto, pero cuando fallan las patas principales, la silla se cae y da lo mismo que una enfermera no conozca el puesto de trabajo, se la planta allí y que haga lo que pueda, y da lo mismo la imagen y la uniformidad, ya no sabes si es un enfermero quien te atiende o te va a poner un pincho de tortilla en el bar del pueblo.

En medio de este panorama, que alguien podría calificar de desolador, uno tiene que hacer un ejercicio de constricción, que no de estreñimiento, y ponerse unas persianas de ojo de caballo para solo mirar al frente y rebuscar en la esencia de la profesión para organizar un congreso al que titular ILUSION Y COMPROMISO EN EL CUIDADO.
No se si es un acto de cinismo, si me engaño a mi mismo, pero me propongo una vez más sacar ánimo de flaqueza y reunir a los mejores para transmitir ilusión y ganas de mejorar nuestra práctica asistencial, nuestra capacidad investigadora, nuestra voluntad gestora, nuestro fuerza docente, para ilusionar a los congresistas que participen en nuestro nuevo encuentro en León.