Entre el caos, lo absurdo, la miseria política y la incertidumbre post pandémica, la Asociación Española de Enfermería y Salud, que si no fuera por el orgullo patrio debería cambiar el gentilicio por Internacional, brilló una vez más, en el III CONGRESO INTERNACIONAL Y VI NACIONAL DE ENFERMERIA Y SALUD: UNA ENFERMERA EN LA MONCLOA.
En esta ocasión el punto de encuentro era una pantalla electrónica, pero detrás de ella estaban enfermeras, las de siempre y otras nuevas, y espero sinceramente no haberlas defraudado. Por qué ellas, vosotras, sois la razón de ser de nuestro foro de debate.
Trescientas comunicaciones tipo Póster, cincuenta y tres comunicaciones orales, con mejor o peor calidad metodológica o utilidad, nos dicen incuestionablemente que las enfermeras quieren investigar, y tienen la capacidad y competencia para hacerlo. Y como se reflexionó en el propio Congreso, ya es hora de dejar los experimentos para avanzar y desarrollar proyectos de impacto directo en la mejora de los cuidados que prestamos a la sociedad, más allá de fortalecer nuestra individual capacidad metodológica.
Enfermería y Salud abrió una ventana al otro lado del Atlántico para encontrarnos desde España y Portugal con las enfermeras Estados Unidos y Canadá, México, Argentina, Costa Rica, Uruguay, Cuba, Panamá, Colombia, Brasil, Perú, El Salvador y Chile. Un encuentro intenso y esperanzador.
Tuvimos tiempo de formular nuevas teorías para la práctica enfermera, y eso me hace recordar cuando en mi juventud profesional asistía a congresos de enfermería en los que Virginia Henderson formulaba sus propuestas teóricas, con las que las enfermeras de todo el mundo han trabajado durante décadas. (Ventajas de la edad, los inconvenientes no se los cuento, ya los descubrirán, espero) Y soñé que algún día las envidias y rencores profesionales darían paso al reconocimiento de los grandes referentes de nuestra enfermería contemporánea.
Me sentí orgulloso de que, una vez más, la Organización Mundial de la Salud, manifestase su apoyo a Enfermería y Salud y su encuentro internacional, lo mismo que enfermeras de largo recorrido y prestigio internacional como la contralmirante Susan Orsega de los Estados Unidos, Silvina Malvarez de Argentina o Ivone Evangelista Cabral de Brasil.
Regresamos a la vieja encrucijada de nuestra Imagen Profesional, una asignatura pendiente que nunca fuimos capaces de resolver, quizás porque no era un simple problema de imagen, sino de las circunstancias que nos rodean y que habitualmente no queremos ver. Ignoramos que nuestra representación institucional es anacrónica y decimonónica, sin hablar de honorabilidades, que los intereses de los sindicatos corporativos no son los de los profesionales. Sabemos que la capacidad y competencia que nos otorga el título universitario de enfermera no se corresponde con la legislación y realidad laboral. Sabemos que el desarrollo de la especialización enfermera es una farsa. Pero no hacemos nada para cambiar esta situación, que es el origen de esa imagen que de nosotras se tiene y no nos gusta.
Por todo esto es que soñé con este Congreso de Enfermería y Salud. Por esto soñé que necesitábamos una “Enfermera en la Moncloa”, en cualquier gobierno del mundo.
Porque nadie va a legislar para las enfermeras, porque solo si las enfermeras se unen y se implican en la gestión, en responsabilidades de gobierno, podrán llegar a legislar, podrán liderar la necesaria reforma del modelo de salud, podrán trabajar para mejorar la calidad de vida y garantizar el Estado de Bienestar de la población española y del mundo.
No sé lo que pasará en nuestro próximo Congreso de Enfermería y Salud, pero les aseguro que estoy ansioso por averiguarlo.
Luis Miguel Alonso
Presidente AEES