MIENTRAS LA DEDOCRACIA IMPERA, A LA GESTIÓN NADIE ESPERA
(HABLANDO DE GESTIÓN EN NUESTRO MODELO DE SALUD 1ª PARTE)
Que penita, madre, que penita me da. Si en algún momento de la sanidad de Castilla y León se apostó por el mérito, la igualdad y la capacidad, en definitiva por la profesionalización de la gestión sanitaria, sin duda tal idea se disipó tras una serie de gestores a cada cual más mediocre e incompetente, que procedían del DEDO político, la amistad y el nepotismo, y consecuentes con su origen la dedocracia era su principal religión.
El efecto de esta religión en la Dirección de Enfermería del mayor hospital en número de camas de la región, el Complejo Asistencial Universitario de León, ha sido y es devastador.
Y no se puede decir que a la directora de enfermería le falte formación en gestión, pero hace gala de ignorar todos los principios básicos e incluso de sentido común a la hora de dirigir la mayor plantilla de personal del Centro Hospitalario.
Un cuerpo de gestión deficiente no solo genera malestar y dificulta el desarrollo profesional hacia la excelencia y la calidad de sus servicios, sino que afecta directamente al ciudadano, al usuario del sistema de salud, provocando efectos adversos y disminuyendo la calidad de los servicios que recibe.
Cuando los argumentos de la directora de enfermería actual se convierten en una reivindicación sindical en lugar de ser producto de una gestión profesional el caos está garantizado.
Cuando ignora la gestión del conocimiento y la adecuada formación de los profesionales a su cargo, el caos está garantizado.
Cuando confunde el sentido común con la arbitrariedad, el caos está garantizado.