Superando manidos temas de conversación independentista, pretendemos despistar descubriendo la CALIDAD ASISTENCIAL del sistema sanitario de turno.
Los partidos políticos (en la oposición) buscan rentabilizar la sensibilidad ciudadana respecto a la salud, su salud, y el gobierno y los gestores sanitarios, que no se consideran políticos, aunque a todas luces, lo son, les acusan de utilizar el debate sanitario sobre la calidad del sistema como arma política.
Como dice el refrán, con las cosas de comer no se juega. La Salud, la Educación, la Seguridad, nunca debieron ser cromos en el tablero de la política. La Salud, la Educación y la Seguridad de las personas, en cualquier sociedad civilizada y Constitución que se precie, debería ser responsabilidad directa del ESTADO.
Pero como vivimos en el maravilloso mundo de Oz, y “España es diferente”, no nos queda otra que “vivir la diferencia”.
Y ello implica que hay diecisiete derechos diferentes a la salud en este país, que hay diecisiete criterios diferentes de Calidad Asistencial, que hay diecisiete realidades asistenciales en el SNS español.
No se trata de discutir si nuestro modelo de salud es bueno o malo, si es uno de los mejores del mundo o hace aguas alarmantemente. Ante ese debate los profesionales de la salud no aceptamos lecciones de patriotismo de nadie, el SNS español es uno de los mejores del mundo, el problema es que los políticos lo trocearon en 17 cachos.
Nadie conoce mejor la realidad asistencial, las necesidades en materia de salud de la población y los recursos necesarios para satisfacerlas que los propios profesionales asistenciales.
No logro entender como sociedades científicas implicadas con la calidad asistencial en el sistema sanitario no han conseguido, ni siquiera reivindicado públicamente, la creación por parte del Estado de una AGENCIA NACIONAL DE CALIDAD, con recursos y presupuesto propio e independiente, que no cobre por acreditar, sino que acredite con criterios reales de Calidad a los centros e instituciones sanitarias que lo soliciten.
He puesto sobre la mesa en varias ocasiones que el modelo de CALIDAD sustentado en la acreditación de diferentes niveles de sello de calidad, por diferentes organismos públicos o privados que cobran dinero por la obtención de dichos sellos, con la implicación subsidiaria de empresas, que tambien cobran, y se dedican a gestionar y adiestrar en la metodología de obtención del sello, en mi humilde opinión es vergonzoso, reprobable y fraudulento, y muy poco aportan a la realidad asistencial y su calidad.
Tambien lo he dicho anteriormente, las metodologías de trabajo que sustentan o defienden los diferentes Sellos de Calidad son encomiables, pero la realidad es que se quedan impresas en kilos de papel, y casi nunca llegan a la cabecera de la cama del paciente, que es donde deberíamos actuar.
Insisto, los profesionales lo sabemos, prestamos nuestros servicios y atendemos a los pacientes lo mejor que podemos, pero aquellos que deberían dirigirnos, marcarnos el horizonte, facilitarnos modelos organizativos para racionalizar nuestro trabajo, ofrecernos los recursos y el acceso a las nuevas tecnologías, están mirándose el ombligo, o paralizados, como vacas mirando pasar los trenes, o elucubrando un modelo sanitario irracional, en cualquier caso ni están, y lo que es peor, ni se les espera.
Políticos y gestores, también políticos, mal que les pese, que en lugar de solucionar las deficiencias del Sistema y reorientarlo, da la impresión, al menos eso se desprende de sus actuaciones, que lo que pretenden es la total destrucción de nuestro modelo de SNS.
En materia de Calidad lo que nuestro modelo necesita es una Agencia Nacional de Calidad que diseñe los estándares de calidad y los modelos de trabajo para alcanzar dichos estándares.
Obviamente no me sirven agencias de calidad autonómicas, que algunas existen, dado que en mi pensamiento todos los españoles tienen el mismo derecho a la salud, y a la misma calidad asistencial, vivan donde vivan.
¿Nuestro sistema de salud es uno de los mejores? Si
¿Tiene deficiencias? Si, muchas.
¿Nuestros representantes y gestores hacen algo por solucionarlas? No, salvo en sanas excepciones.
¿A los profesionales de la salud les afecta esta situación? Si, nos desespera, tanto como los debates estériles, aunque somos conscientes que el mayor perjudicado, siempre, es el usuario, el ciudadano.
Luis Miguel Alonso
Presidente AEES